Hoy ha sido un día de mucha lluvia con chaparrones intermitentes y fuerte viento en la costa.
Por la noche ya se entreveía el tiempo que nos esperaba porque la lluvia se oía tanto como para despertarnos, lo que nos ha hecho cambiar los planes. Teníamos previsto hacer hoy la parte central y montañosa, pero como las cimas de los montes no se llegaban a ver por los nubarrones, hemos preferido posponer la visita a esa zona para otro día, en el que se puedan ver los paisajes desde los numerosos miradores que hay, con panorámicas de Madeira desde la altura.
Así que nos hemos dirigido en primer lugar a la costa noreste de la isla, buscando algo de mejor tiempo en la zona rocosa de la "Punta de San Lorenzo", pero era igual de malo o incluso peor, porque cuando hemos conseguido salir del coche en una tregua de viento, la lluvia en pocos segundos nos ha calado teniendo que volver a meternos en el coche.
Ante este panorama y buscando algo que ver de interés, nos hemos planteado dirigirnos a un pueblo llamado "Santana" para ver unas casas encaladas, parando en el camino por los miradores que traía apuntados como puntos de interés, llegando primero al "Miradouro Ponta Sao Vicente". La lluvia nos ha dado un respiro para admirar un maravilloso paisaje del entorno de farallones de piedra con múltiples colores en sus rocas. Y si hoy con la poca luz reinante que había nos ha parecido espectacular, no sé que será cuando el sol ilumine esa multitud de colores con tonos diferentes.
La siguiente parada muy cercana a la anterior ha sido la del "Miradouro de Ponta da Rosto", en la que el viento y la lluvia han vuelto a aparecer como si no quisieran que disfrutáramos de esta costa, que no nos esperábamos encontrar y que es comparable a las mejores vistas en nuestros viajes por el mundo.
Continuando nuestra ruta y después de algunos incidentes de perdida de señal de GPS y de obras que nos impedían llegar al teleférico de subida al "Pico das Roçadas". Allí nos hemos encontrado sin previo aviso con un camión de obreros reparando la carretera, siendo mi primera duda, de como era posible que hubiese llegado un vehículo de ese tamaño tan arriba, con lo que a mi me había costado subir con el coche por la estrecha y empinadísima carretera. Está claro que hay que ser de la tierra y conocer muy bien los riesgos para transitar con la climatología que hacía, como se suele decir, ¡¡¡ por esos caminos de Dios !!!.
Después de conseguir dar la vuelta, lo que no ha sido nada fácil, poníamos rumbo a "Santana", llegando unos kilómetros después para ver las llamadas casas encaladas o con techo de paja, de forma triangular y colores únicos, que en su origen servían de hogar a las personas menos favorecidas de la isla.
El tiempo ha sido el protagonista del día, esperando que mañana nos permita ver lo que hoy no hemos podido, dándonos la oportunidad de disfrutar aún más de esta isla en las que las flores y los túneles inundan su orografía.
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reportaje : Costa noreste de Madeira (Portugal) |
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