08/11/2009
Otro día de madrugón y parece que me estoy habituando
a los amaneceres en India, pero el Taj Mahal requería de
todo mi esfuerzo para cogerlo en su mejor momento y creo que lo
he conseguido. No sé como será un atardecer, porque
ayer no conseguí entrar, pero por su orientación respecto
al sol me ha parecido que el mejor momento era el que he elegido
para la visita.
Mi amigo Raman ha empezado hoy por llegar a buscarme tarde,
ya me estaba montando en una mototaxi para llegar a tiempo de la
salida del sol, cuando ha aparecido, primero diciendo que habíamos
quedado a esa hora y después admitiendo que se había
dormido y deshaciéndose en excusas. A esa hora todavía
no había mucha gente y he podido entrar rápido después
de armar "un pequeño Cristo" para que me vendieran
la entrada. He visto que como todo en este país tiene su
truco y había bastantes hindúes cogiendo muchas entradas
cada uno, supongo que para después revenderlas como ellos
le llaman ¡¡¡ fast ticket !!! Como estaban en
mi cola de extranjeros, me he puesto delante y le he dicho al único
empleado que había, que yo tenía prioridad y que además
como tenía que pagar precio de extranjero, es decir 7 veces
más que un hindú, que me diera urgentemente el tíquet.
Así que he comenzado el día ¡¡¡
ya como una moto !!! y cuando iba hacia la entrada apartando guías
a diestro y siniestro y pensando en si merecería la pena
aguantar todo este desagradable proceso para ver el famosísimo
Taj Mahal, me he encontrado con que había muy poca gente
en la cola de entrada y he accedido rápidamente. Ya me habían
avisado de que no podía introducir el teléfono móvil
sin conocer el motivo, por lo que no lo he llevado, pero sí
el Gps, debiendo de explicar lo que era y para qué servía.
A pesar de que el Taj Mahal lo he visto muchas veces, la verdad
es que no recordaba su imagen en la penumbra de un amanecer y me
ha resultado de entrada realmente bellísimo, extremadamente
delicado y con unas líneas perfectas, situado en un entorno
espacioso y sin ninguna barrera para admirar su ¡¡¡
perfección !!!.
El sol ha ido apareciendo y la tonalidad del mármol ha
ido cambiando conforme se iba reflejando la luz proyectada: primero
grisáceo sin sol, cambiando a un tono naranja, amarillento
y blanco, conforme el sol se iba elevando. Una maravilla para los
sentidos.
He estado más de 2 horas admirándolo, lo que para
mí quiere decir que me ha gustado muchísimo e intentando
comparar con alguno de los edificios que conozco. Realmente no me
he acordado de ninguno que se le pueda comparar en belleza sutil
y delicadas formas. La historia dice que es el monumento al amor
de un emperador mongol llamado Sha Yahan y que lo erigió
en memoria de su segunda esposa, pero del arquitecto que fue su
auténtico artífice no se dice nada, cuando realmente
era un auténtico genio.
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